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Escudo del Estado de Guerrero

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martes, 7 de abril de 2009

La Sanmarqueña






¡Así se canta en Guerrero!

"La Sanmarqueña"
Por Héctor CONTRERAS ORGANISTA
-Historia de la Orquesta “La Flor de la Costa Chica”-


En julio, cuando para el siguiente mes, el 10 de agosto de 2007 cumpliría 90 años de edad, visitamos y entrevistamos en Ayutla de los Libres, estado de Guerrero (México) a don Jesús Ávila Morales, don “Chú Ávila”, en su domicilio de Independencia esquina 5 de mayo
(Su fotografía aparece al centro de la página).

Era inmenso nuestro interés por conocer los orígenes de la histórica y famosa Orquesta “La Flor de la Costa Chica”, la identificación artístico-musical más representativa de la región.

La sorpresa fue mayúscula cuando don “Chú Ávila” nos habló también de cómo nació La Sanmarqueña, Canción-Himno de los guerrerenses y cuyo autor fue el sacerdote Emilio Vázquez Jiménez. Su fotografía la colocamos en el extremo izquierdo en la parte superior de esta página.

Don Jesús Ávila Morales nació en Ayutla el 10 de agosto de 1917. De entrada nos informó que su papá fue director y dueño de la orquesta:”La Flor de la Costa Chica”.

Su abuela materna era de Olinalá. “Vinieron cinco hermanas de allá; fíjese la cosa tan rara. En una ocasión mi abuela estaba haciendo dormir a un hermanito mío y le dije: Cántele abuelita. Me dice: mira, yo nunca he cantado, nunca he bailado.

“Y le digo: Entonces, ¿cómo mis hermanos son músicos? Y me dice: Mis hermanos en Olinalá eran músicos, y muy buenos músicos, nunca los vi trabajar en otra cosa mas que en la música”.

Don Jesús, hombre alto, fornido, de complexión atlética, de pelo entrecano no representa la edad que tiene. Ha dispuesto que en la sala de su casa se haga la entrevista y que se nos atienda con un enorme vaso de sabroso chilate que nos obsequió su esposa, señora joven y de aspecto indígena.

La narración de cómo nació la orquesta “La Flor de la Costa Chica”, es interesante. Don Jesús anota en cuanto puede todo tipo de detalles con su voz grave y acosteñada, es decir, al hablar transforma la “s” en “j”.

“En el ayuntamiento iniciaron una banda –nos dice-. El director de la banda vino de Tlapa. Fue don Antonio Gálvez. Por cierto que ese señor se fue a la revolución y regresó con el grado de coronel. Lo tomaron preso en Tlapa y parece que lo mataron porque pertenecía a otro bando, al que no quiso traicionar, y lo fusilaron.

“Aquella fue una banda con Solfeo, no lírica. Empezaron a escoger a los músicos, de entre los jóvenes de Ayutla. Los organizadores hicieron una lista.
Mi papá tenía un hermano que se llamaba Felipe.
Ellos traían en la lista a mi tío, hermano de mi papá.
Fueron a ver a mi abuela para que diera el permiso.
Pero mi papá les dijo: Mi hermano está un poco chico, pero yo quiero entrar a la banda.
Anotaron su nombre y lo permitió mi abuela y empezaron a estudiar solfeo.
Más tarde, con más formalidad, compraron sus instrumentos.
Mi papá se hizo amigo del director quien viajaba en su caballo, y mi papá le daba agua y maíz a su caballo, y por eso le tuvo mucho aprecio don Antonio.
Se hicieron amigos y comenzaron a tocar en las serenatas, en las fiestas.
Los invitaron a Chilpancingo, a Acapulco y, por cierto, me platicó mi papá que había de visita un barco japonés, y los músicos pidieron permiso al director para visitar el barco, pero tenían que tocar mas tarde.
Y había unos muchachos mas grandes que empezaron a tomar.
Mi papá estuvo puntual, pero los demás ya venían 'picados', medio tomados, y el director esperándolos con un fuete en la mano en el muelle.
Al rato comenzaron a llegar en las lanchas, y el director los recibió a fuetazos.
Le dio dos fuetazos al que tocaba el Primer Cornetín y éste le respondió al maestro.
A ese músico le decían ‘El centavito’.
Y le dice el director: No te preocupes, nos vamos a arreglar.
Llegando aquí, a Ayutla, le dijo a mi papá:
Mira muchacho, desde ahora vas a tener que agarrar los papeles del primer cornetín. Y al ‘Centavito’ lo puso como segundo cornetín.
Así es como mi papá llegó a ser músico importante de la banda.
Pero se deshizo la banda porque se oía ya lo de la revolución.
Fuimos hasta Tlapa por toda la montaña y él mismo le platicó al director: Me voy a meter a la revolución, ya está pensado.
Pasó el tiempo, y después habló con don Antonio:
¿Qué piensa usted, maestro? Ya estoy formando un grupito musical.
Así fue como comenzó a formar su orquesta 'La Flor de la Costa Chica', que mas tarde, supe yo, el nombre se lo pusieron las muchachas de la alta sociedad de Ayutla.
Se reunieron, hicieron acuerdos y empezaron a pensar qué nombre iba a llevar la orquesta.
Y en esos acuerdos llegaron a la conclusión que le iban a poner ‘La Flor de la Costa Chica’, y vinieron a ver a mi papá y le dijeron: Ya tenemos pensado el nombre de la orquesta; falta que usted diga si lo va a aceptar o no.
Y les dijo: Sí, cómo no; lo que ustedes digan, porque la orquesta no tiene nombre.
Y fue así como mi papá comenzó a tener su orquesta, ya formal, porque no eran líricos sino que les enseñó solfeo.
Y después, con esos instrumentos, a los que integraban su orquesta les enseñó a tocar, y comenzaron a ir a tocar a algunas partes, a Acapulco, a Chilpancingo, a Tixtla, Chilapa, Tlapa, Ometepec, San Marcos, Cruz Grande, todos esos puntos.
“Yo no conocí a mi madre porque murió. Se enfermó y estaba yo muy chico.
A los siete años yo ya sabía solfeo.
Mi papá me compró ‘El Solfeo de los Solfeos’ y me empezó a enseñar.
Entonces me dice: Aquí anota tu nombre y la fecha en que iniciaste el solfeo. Se imagina usted, con una letra muy fea. Y al terminar, también le puse la fecha.
En cierta ocasión me preguntó mi papá: ¿Y el método, dónde está?
Y le digo, ahí lo tengo guardado, donde usted me dijo.
A ver tráelo, y empezó a ver las letras, y sacó las cuentas y me dice: tú tienes siete años de edad y ya terminaste el solfeo, qué bueno.
Y así fue como empecé a hacer mis pininos en la orquesta de mi papá.
La orquesta de mi papá duró más de cincuenta años.
Tuve la suerte de ir al Conservatorio, a la ciudad de México. Allá estuve siete años.
Trabajaba en la Escuela Secundaria y los directores vendían mis horas a otros maestros.
Yo les decía: Pero yo soy el músico, ellos no saben nada.
Y me respondían: pero ya se las vendí.
Cuando llegué al Conservatorio, llegué un día antes y vi que había muchos maestros bien trajeados, con carro, hombres y mujeres. Había maestros jóvenes y maestros un poco viejos y señoras de una edad ya madura.
Y así fue como de la primera lista me pasaron a la segunda y luego a la tercera y llegué a ayudarles a hacer copiados y algunas cosas de encuadernación para los trabajos que se daban en la escuela. Me fue bien porque hice amistad con ellos.
Me pasó un caso muy chusco.
Tenía una mujercita que tenía un niño mío, y le dejé dinero y me fui con poco dinero, y dije: le voy a hacer la lucha de ir este primer año, aunque sea comiendo un pan con agua en las mañanas y otro en la tarde, y así voy a pasar toda la temporada hasta que termine.
Pero, no. Fíjese que vi y me dije: voy a regresarme al otro día porque aquí viene pura gente buena y sabia. Pero pensé: aquí tengo mis papeles ya arreglados y puedo venir a clases, voy a darme cuenta cómo se dan las clases.
Entré a la primera clase y me fue fácil porque todo lo que se daba ahí para mi fue fácil hacer el trabajo, y había unos maestros que salían de los salones y me veían que estaba haciendo mis trabajos.
Hasta que vino un maestro de Zihuatanejo y me dijo que él me conocía y me preguntó si le entendía a la clase y me pidió que le ayudara.
Y así llegaron otros maestros que me pidieron que les ayudara; así fue como les ayudaba con sus cuadernos y me fue muy bien, porque me invitaban a comer, después me iba a dormir a la casa de los maestros, porque les ayudaba en los talleres y a veces terminábamos hasta las ocho y media o nueve de la noche, y así fue como al regreso le dije al director el motivo de que vendían mis horas. Y me dijo, de aquí en adelante ya no van a vender sus horas.
Al regresar a Ayutla teníamos un grupo entre los primos hermanos pero hubo dificultades, se salió mi hermano pero teníamos muchas tocadas, pero se emborrachaban y después me salí.

“El nombre de mi papá fue Jesús Ávila Villalobos. Mis padres fueron originarios de Ayutla.
El papá de mi papá fue de Chilapa. La orquesta estaba integrada por doce elementos. Fue muy famosa. Aquí tocaban en bailes, casamientos, corridas de gallos y salían a tocar.
Alternó con muchas orquestas o con grupos musicales. Las orquestas que vinieron últimamente eran la de Pablo Beltrán Ruiz.
Al conjunto musical de nosotros, los músicos le pusieron: ‘Chú Ávila y su Grupo”.
Don Chú Ávila se jubiló en 1980 y es padre de un niño de diez años a quien da clases de solfeo.
La Orquesta 'La Flor de la Costa Chica' tocaba marchas, pasos dobles, boleros, danzones, chilenas y valses que eran muy solicitados.

Don Emilio Vázquez Jiménez, autor de La Sanmarqueña

“El Padre Emilio Vázquez Jiménez era primo hermano de mi abuelita Refugio Villalobos Ponce.
El padre Emilio fue el que compuso La Sanmarqueña, que la hizo famosa.
Venía a ver a mi papá, porque estuvo de cura en Cuatepec.
Yo oía que le platicaba a mi papá que recién ordenado sacerdote estuvo en algunos pueblos cerca de Chilapa, luego lo mandaron a Olinalá, luego estuvo en Ayutla, después lo pasaron a Cuautepec, a Cruz Grande y lo mandaron a San Marcos.
Ahí compuso La Sanmarqueña y venía siempre a ver a mi papá.
Estuvo en el Conservatorio de Guadalajara, era un señor muy inteligente y bueno, muy buen músico.
Era sobrino de mi papá, era un poco alto, blanco, un poco narigón, tenía una voz muy bien timbrada; se veía que estuvo en Conservatorio, cantaba muy bonito. Bozarrón muy bien educado.
Cantaba música religiosa pero también compuso La Sanmarqueña, y le dice a mi papá:
¿Cómo le hago tío? Dice mi papá, pues diles mi nombre.
Porque el Padre Emilio decía que La Sanmarqueña es música folclórica, alegre 'y para mi que soy sacerdote…'
Y tenía otra clase de música que escribió.
Todas sus composiciones quedaron en casa de mi hermano, porque después mi papá me pasó a esta casa y vive en esta misma calle de Independencia, más arriba.
Escribió mucha música.
Precisamente allá en el Conservatorio vieron mis trabajos y me preguntaban:
Oiga, ¿en qué colegio estudió?
Y les decía que mi papá fue el que me enseñó Solfeo.
Mi papá tenía libros técnicos y me los prestaba y les decía que me ha gustado la música.
Mi papá tocaba música clásica.
En los festejos del ayuntamiento, el 5 de mayo, 20 de noviembre, 15 y 16 de septiembre había Presidentes Municipales que querían música buena, entonces iban a contratar a mi papá y le decían que querían música clásica.
Mi papá tenía los originales de las obras, Ópera, Oberturas, lo que sea, y hacía la instrumentación para su grupo.
El era muy buen maestro porque procuraba que sus músicos estuvieran bien estudiados y casi todos en Ayutla, son muy buenos músicos”.

¿Quién fue Eleuteria Genchi a la quien supuestamente el Padre Emilio Vázquez Jiménez le dedicó La Sanmarqueña?

“Eleuteria Genchi fue una ama de llaves de mi tío Emilo, pero según decían que era su amorcito. ¡Quién sabe!
Mi tío, antes de irse al Seminario de Chilapa, dejó un hijo aquí en Ayutla. Yo lo conocí pero no recuerdo su nombre. Una vez que fui a Chilapa ahí con los amigos de la familia Valle, una vez que fue mi papá a la 'Cantamisa' de un sacerdote, que por cierto en esa época se iba uno por el camino real a lomo de bestia hasta Chilapa.
Y tenía de amigos a los músicos Valle, que eran de los únicos músicos más buenos de Chilapa, mi papá les mandaba valses y ellos le mandaban música religiosa.
Una vez le mandaron una carta y le reglaron una misa que la instrumentaron, pero dicen: No la pudimos tocar, está muy difícil la escritura para tocarla.
Entonces mi papá recibió el original, lo estuvo revisando, la metió a taller. Empezó a ver cómo estaba.
'Si está escrita la música quiere decir que está muy trabajosa pero yo la voy a revisar, a hacer la lucha de tocarla'.
Así que hizo el reparto de la orquesta y empezamos a estudiarla.
Yo ya era músico, me tocó estudiarla, y entonces los músicos de allá le invitaron a mi papá un pozole verde con su mezcalazo y todo eso, y le preguntaron qué música había llevado, y si entre ella llevaba la música de ópera que le regalaron.
Y les dice: cabrón, ¿cómo no? ahí la traigo.
Queremos oírla cómo la tocas tú.
Y dice, ¡ah, cómo no!
Había ahí un señor que le dieron la partitura para cantarla, y sí, se tocó la misa, muy trabajosa por cierto, pero muy bonita.
Le dijeron, déjanos tus papeles, nos gustó mucho como la tocaste y mi papá les dejó los papeles para los demás instrumentos, pero les dijo que él no prestaba sus papeles pero que a ellos con mucho gusto se los prestaba.
Así fue como se los dejó, aquí sí la tocaban.
Una vez que yo fui a Chilapa fue a dar un muchacho alto, muy parecido al padre Emilio, dicen: ¿Conoce a ese muchacho que viene ahí? Les digo, no.
Lo llamaron y dicen: Es hijo del Padre Emilio Vázquez. Me lo presentaron y le dije: yo soy familiar del Padre Emilio. Me dio su nombre, pero no recuerdo cómo se llama, pero si tenían mucho parecido.
El Padre Emilio vino de visita y le dijo a mi papá: Compuse una chilena y te voy a dar la música: Escríbela.
Le dice mi papá, que trabajaba en la cuestión de la herrería, tío, tengo mis manos sucias, pero, yo estaba chamaco y me dice: ándale, tú, búscate un cuaderno pautado y con un lápiz o a ver con qué vas escribir y ponle ahí La Sanmarqueña, el autor: el Padre Emilo Vázquez Jiménez, y Chilena.
Y entonces le dice mi tío: ¿Quién va escribirla?
Y le dice: éste, yo tengo las manos sucias.
¿Este chamaco?
Le dice, sí, la va escribir él.
Y le dice: Este no va a poder.
Le dice mi papá, pues hay verá usted si se va a poder no. Ahorita vamos a ver.
Por fin dice, pues, vamos a ver.
Pero él estaba como que no creía.
¡Ya!, le dije: Me la va a tararear o silbada, como usted quiera y yo voy a escribirla.
Y le pregunté: ¿en el tono que la esté usted cantando, en ese tono quiere que la escriba o en otro tono?
Y me dice: En el tono que la estoy cantando.
La terminé y entonces dice: a ver, trae el papel y empezó a solfearla y me regresaba a ver y dice: Oye, tú, Chú, éste chamaco puede escribir, dice sí puede un poquito, tío.
Y después la solfeó él y la medio cantó y dice: a ver solféala tú, y me hizo cantarla, la solfeé y me dice: está perfecto.
Y así fue como dejó La Sanmarqueña aquí.
Pero la musa no fue la señora Eleuteria Genchi, La Comachín. Ella no fue.
Le dice mi papá: Bueno, tío, esta chilena ¿a quién se la dedicó? ¿quién lo inspiró?
Dice mi tío: Mira, tú, fregado, muchacho, tú, todo quieres saber.
Dice, bueno tío, le estoy preguntando. Si no me quiere decir, no me diga.
Empezaron a platicar y dice: Vamos a hacer un paréntesis para que te diga a quién compuse La Sanmarqueña.
Le dice mi papá, yo sólo quiero saber pero no para divulgar.
Y dice el Padre Emilio: Cuando llegué a San Marcos, hubo una muchacha, una señorita que me hizo favor de buscarme quien me diera de comer, quien me lavara la ropa, quien me la planchara, quien esto, quien otro, y en agradecimiento a eso compuse La Sanmarqueña y se la dediqué a ella, se llamaba Rosa Baltazar, después se vino a vivir a Ayutla.
La señora Rosa Baltazar vendía carne en la plaza, en el mercado de Ayutla. Hacía matanza y a ella le compuso La Sanmarqueña, pero no a la señora Eleuteria Genchi.
Y le dice mi papá: Esto no lo voy a divulgar.
Y dice él, no. Cuando ya muera yo, aunque lo divulgues, no le hace, pero ahorita no. No sé si la señora Rosa se dio cuenta que le dedicó La Sanmarqueña, pero ella es la musa, y no la señora Genchi. Eso oí yo que le estaba diciendo a mi papá.

-Así que estoy frente al primer músico que escribió en nota La Sanmarqueña dictada por su autor, el padre Emilio. Y, ¿cómo fue, silbada o tarareada?

“Tarareada, -don Jesús Ávila Morales, comenzó a tararearla, y agregó-: y por ahí se la llevó. Y yo escribiendo, escribiendo, hasta que la vio, dice a mi papá: Oye escribe bien este chamaco, yo creí que no la iba a escribir”

-¿Qué edad tenía usted?

“Pues, tendría yo unos once a doce años, pero a los siete años ya sabía solfeo”.

-¿En qué tono fue que usted la anotó?

“En Mi Menor”.

-Y al paso de los años, ¿qué opinión tiene de La Sanmarqueña?

“Mire usted, según algunas gentes la tienen como un himno del estado de Guerrero, o un himno más del estado de Guerrero. Se hizo popular, y como mi papá la tocaba en su orquesta fue quien le dio divulgación y la popularizó con su orquesta 'La Flor de la Costa Chica”.

-¿Dónde escribió el Padre Emilio La Sanmarqueña?

“Ahí en San Marcos, ahí la compuso”.

-Entonces no fue, como se dijo siempre, que cuando estaba en Cuautepec, que ahí vivía en el curato con doña Eleuteria Genchi…

“La llevó; yo creo ya andaba con él, estuvieron viviendo en Cruz Grande”.

-Pero, ¿no compuso ahí la canción?

“No. Fue en San Marcos”.

-¿Por qué a doña Eleuteria Genchi le decían La Comachin?

“Porque vivía con el Padre Emilio”

-¿Qué quiere decir Comachín?

“Pues, quien sabe. Le decían La Comachín. Eso quiere decir: Comadre”


José Agustín Ramírez y La Sanmarqueña

“José Agustín Ramírez fue mi amigo. Cuando fueron de gira hasta Ometepec, allá compuso una chilena. Y estábamos nosotros con mi papá, estábamos dando serenata en el kiosco. Y Agustín estuvo ahí cantando chilenas. Posteriormente lo veía yo en Chilpancingo, nomás que, pobre amigo, tomaba mucho.
En una ida de avión de un señor que se llamaba Gaudencio Guerrero, de San Marcos, un hombre rico, que por cierto era mi amigo, entonces ya La Sanmarqueña era famosa.
Llegó al hotel Washington, allá donde llegaba la paisanada a ese hotel.
Gaudencio bajó a comprar licores, porque en su cuarto había amigos y estaban libando.
Entonces se bajó y se encuentra al Padre Emilio, abajo.
Lo invitó, pero el padre Emilio le dijo que andaba apurado.
Y le dijo Gaudencio: ahorita yo lo llevo en coche adonde quiera, pero acompáñeme.
Y ahí estaba Agustín Ramírez, con ellos, en el hotel con Gaudencio.
Y le dice: Mira, Agustín, te voy a presentar al autor de la chilena La Sanmarqueña.
Y dicen que Agustín se apenó, y dijo que lo habían puesto como autor.
Entonces le dijo el Padre Emilio, déjela así, con su nombre. Yo soy sacerdote, a mi no me interesa que usted la haya registrado con su nombre.
Pero le dijo Gaudencio: El padre es el verdadero autor, así conoció al padre Emilio”.

-¿Cuándo nació usted?

“Don Jesús Ávila Morales, nació el 10 de agosto de 1917”

-¿Va a haber baile?

“Jajajajaja, no va a haber nada”

-¿Ni molito costeño?

“Quizá, porque mi mujer esa sí, cómo no. Sabroso que hace el mole”.

-Quiero agradecerle profundamente esta entrevista tan rica y enriquecedora. Me siento emocionado de estar frente a un hombre con mucha historia musical y con sus anécdotas y comentarios tan valiosos e históricos.

“Casi nunca me ha gustado, ni en la escuela que me digan maestro. Pero me dicen: ¿por qué no, si estuviste siete años en el Conservatorio? Yo le doy gracias a Dios de que no me sube la presión, no tengo reumas, no tengo nada. Mi mujer está más joven que yo, tiene 51 años. Su nombre es Leandra Gatica Benítez”.

-Señora, ¿cómo se siente usted de tener un esposo tan célebre?

“Feliz de tener un hombre como él, como nunca lo pensé, porque la vida anterior tan difícil que lleva uno. Me siento feliz de tener una persona como él, porque es una persona que vale mucho. El me pidió que yo fuera su compañera, y le dije: No, yo no puedo aceptarte porque eres una persona que vale mucho y yo no soy una persona que pueda convivir contigo, porque yo le decía: usted es una persona que vale mucho, y yo no, porque yo no soy de aquí, y puede conseguir una persona que sea igual que usted. Yo vengo de la montaña, de Tecruz. Nos casamos con él hace como 18 años, llevamos 20 años. No tenemos hijos, pero adoptamos estos niños, son nietos de él. Yo me siento feliz porque no estamos peleando o que me esté celando, yo soy feliz”.

1 comentario:

Unknown dijo...

que tal. muy interesante la publicación, yo soy de iguala y mi abuelo fue hijo de el padre emilio vazquez